lunes, 15 de octubre de 2012


La caja azul de mi Abuela

Por: Laura Lucía Rodríguez

Eran las 3:30 pm, hacía calor y era una típica tarde donde mi abuela en Cali. Karen, la nieta mayor estaba planeando una rumba por teléfono; Sarita, la menor de todas veía televisión mientras Isabella y yo  las primas del medio estábamos sentadas a su lado  y nos reíamos de una anécdota que le había pasado a Isabella en clase. De repente el televisor se apago y el sonido de la máquina de coser Singer de mi abuela se detuvo, mi abuela se levanto y lo primero que se escucho fue la voz de Karen diciendo: ¿y ahora  que paso? Mi abuela y Karen se fueron para la sala a tratar de tranquilizarnos aunque nosotras estábamos muy calmadas. Así, pasaron las horas y Karen decidió sentarse cerca a nosotros pues no tenía mucho que hacer ese día. Sara nos mostró la tarea que tenia que colorear, entonces Isabella trajo los colores del escritorio, nos sentamos en el comedor y comenzamos a pintar con Sara, yo me queje de que tenía algo de hambre, mi abuela escucho  y nos dijo: Niñas, ¿quieren gelatina o que les gustaría comer? Entonces nos miramos  Karen y yo y respondimos a la vez: Gelatina está bien.
Mi abuela al ver que no podía adelantar sus costuras se sentó en la sala y nos escuchaba hablar de colores, tareas y las  cosas sobre la banda favorita de Isabella. Entonces note que se quedaba mirando fijamente una caja en el bife, hasta ese momento yo nunca le había prestado atención a los objetos del bife pero decidí preguntarle: Abuela, ¿Qué guardas en esa caja azul? Entonces se quedo mirándome como si no quisiera hablar del tema, se paro, recogió los platos y las cucharas en que comimos gelatina y se fue.
En la noche llego mi tío Rober y se llevo a Isa porque tenia que terminar unas tareas, Karen se fue para su rumba y a Sarita también la había recogido mi tía Beatriz. Yo dormiría esa noche allí y no tenia ni idea de que hablar con mi abuela porque todo lo que yo le preguntaba se prestaba para un sermón o una lección de cómo ser mejor persona. Mientras ella terminaba un vestido para la señora del apartamento 306 yo prendí el televisor, no encontré nada interesante pero decidí dejarlo prendido y mirar solo un poco que contenía la caja azul del bife.
Estaba empolvada y estornude, pero yo seguía escuchando el pedal de la maquina entonces todo estaba bien. Cuando destape la caja encontré una carta, una caja musical y una lámpara en forma de ángel rota. Sé que las cartas ajenas no se deben leer, pero tenia mucha curiosidad y decidí ojearla, lo único que decía eran ingredientes para un remedio, ni una historia, nada, era un papel amarillo donde solo se entendían las palabras yerbabuena, canela y no recuerdo mucho más. Estaba tan frustrada de no haber encontrado nada interesante que me había olvidado del ruido, salte porque al levantar la mirada me encontré con los ojos de mi abuela clavados en mi, se acercó y se sentó en el mueble grande frente a mi y empezó a decir:
Laura, déjame ver eso.
Yo se lo pase sin decir nada.
-          “… Mira esta carta que estás leyendo es de un remedio que sirve para los bronquios, que bueno que la encontré. Este angelito me lo dio tu abuelo en un cumpleaños, no lo saco porque esta ala esta rota y tengo que arreglarlo”.

Entonces note como tocaba la caja musical pero no me hablaba de esta, entonces le dije:

-          “¿Y esta caja abuela?”

Ella se puso seria y respondió:
-          “Esta caja musical la tengo desde hace más de 40 años y me gusta mucho pero por lo que guarda. Cuando yo tenia mas o menos tu edad, me gustaba mucho un muchacho Mono, alto y muy apuesto, Humberto, fuimos novios 4 años, por alguna razón nunca fuimos nada más que eso, el, nunca me propuso ser nada mas, no era como en esta época, yo no salía con amigas a discotecas como lo hace Karen , ni me ponía a ver cosas en el computador como ustedes, yo tenía que hacer oficio con mi mamá y solo podía ver a Humberto si él iba a la casa a hacerme visita.”
-          “Humberto vivía muy ocupado y todas las tardes pasaba este muchacho mono y me mandaba saludes con un amigo, este muchacho era José Domingo tu abuelo o Tocayo como todos le decían, me fastidiaba porque a mí me gustaba era Humberto pero Tocayo seguía detrás mío.”
-          “Un día Humberto fue a la casa a despedirse de mi, me dio esta cajita musical y se fue, no me dio ninguna explicación y yo nunca se la pedí. Paso una semana y yo lo veía con sus amigos feliz, pero yo me sentía sola, claro que Tocayo seguía dejándome saludes y me invitaba a salir.”
-          “Tiempo después quise darle una oportunidad y empecé a verme con Tocayo en la casa, luego el hablo con mis papas y ya planeamos el matrimonio, yo estaba feliz porque finalmente podría tener mi propia familia pero esta felicidad se iba cada vez que veía a Humberto con Margarita por el parque. Yo me case, tuve a tu tía Teresa, a tu mamá, a tu tío Rober y luego a tu tía Beatriz.”
-          “Pero una tarde, cuando llegaba tu mamá del colegio, sonó la sirena y en todo Sevilla se escuchó, yo me asuste mucho, tocaron la puerta y era mi vecina, agitada me conto que había ocurrido un accidente en la carretera y empezó a nombrar a varios conocidos, pero cuando dijo Humberto fue cuando mas me asuste, era el, no pregunte nada mas. Lo siguiente que supe fue que se había muerto en el accidente y esta cajita musical con estos aretes son el único recuerdo que me queda de él.”

En ese momento no sabía que decir, mi abuela estaba casi llorando, se levanto fue por un vaso con agua y sonrió, me cambio el tema y dijo:
-“Bueno Laura esas ya son historias viejas, ya es hora de que se acueste porque tiene que madrugar y le salen ojeras, jajaja.”
La mire la abrace y me fui a poner la pijama, desde entonces cada que voy a visitarla, miro la caja azul y no permito que nadie la abra, la desempolvo y la dejo en el mismo lugar del bife. 

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