Una historia con sabor a café
Por: Juanita Gómez Arias
Al pueblo Sevilla
llegaron 3 familias de arrieros desde Neira
en Caldas. Buscaban fortuna y tierra. Vendieron sus mulas y con ese
dinero montaron un negocio llamado El Salón Azul con granero, compra de café y
cantina.
A mediados de la
década de los años 50 Clarita Mora, hija de Gilberto para entonces un líder
Liberal y Leónidas Gómez, hijo de otra de las familias de arrieros que llegaron
de Neira, pero de familia conservadora, iniciaron un noviazgo difícil por la
violencia bipartidista en la región.
Finalmente Clarita y Leónidas lograron casarse y tuvieron cinco hijos.
Estando embarazada Clarita y con hijos pequeños, asesinaron a su padre. Ante el recrudecimiento de la violencia se
marcharon del municipio. Solo se quedó Leónidas con su esposa e hijos.
Diversifican el negocio
y comenzaron a comercializar también plátano, en almacenes de cadena Cali por
un tiempo. Adquirieron más tierra, pero
pronto decidieron dedicarse solo a la producción cafetera. Es una época
próspera para la familia, tanto así que dejan de lado la compra de café para
dedicarse solo a la producción del grano. Adquieren nuevas tierras y crean una sociedad de familia. Esta
sociedad y las compras ahora se manejan con el apoyo de créditos bancario.
En 1999 secuestraron
a uno de los miembros de la familia. Lo asesinaron en el 2008.
Pero el empuje
cafetero de la familia no paró. Se iniciaron desde el 2000 en la trilla y
exportación del grano para el mercado internacional, tostado para el mercado
interno.
Esta es la historia
de una familia cafetera como varias de la región. Su historia nos habla de
violencias en el país, pero también de la forma en que las familias cafeteras
fueron creciendo, prosperando, cambiando la producción compra y venta del grano
y modelando a su vez, lo que hoy conocemos como el paisaje cultural cafetero de
Sevilla en el Valle.
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